1 de diciembre de 2012 (336/366)
De la serie «Placeres inmediatos»
¡Últimos 31 días de «365 ramas y 1 brote»!
A partir de mañana, y durante todo diciembre voy a contar con la inestimable colaboración de algunos de mis amigos que han tenido a bien expresar, a su modo, lo que le sugieren las imagenes de mi nuevo proyecto fotográfico «Placeres inmediatos». Un lujo que no podía imaginar cuando comencé este apasionante viaje en «La sombra del árbol».
Mi eterno cariño para Natacha Martínez, Ángel Arias, Cruz Santos, Oscar Plazola, Mili Quijano y Ariana Martínez.
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PLACERES INMEDIATOS O CUANDO MENOS, ES MÁS
Caprichosamente y sin haber podido evitarlo, la fotografía ha pasado a formar parte de mi vida de tal manera que se ha fundido con mi día a día, con mi sudor, con mis recuerdos, con mis risas, con mis dolores de espalda, con mis reflexiones, con mis dudas, con mis esperanzas.
A veces, la inmediatez de saber que has hecho “algo” y que lo has hecho bien, tiene una gran recompensa: sentirte feliz ahora, en el mismo momento; pero sobre todo, poder mostrarlo al mundo esperando que el pie de foto se llene de “me gusta”, añade valor a lo que haces porque, así, tu felicidad es compartida y es más.
Pero nada de esto se parece ni por aproximación al placer absoluto que supone para mi haber aprendido a escuchar a las cosas, a las personas, a la luz, a las nubes y a los charcos. Ir deambulando sin buscar nada en concreto, sin forzar el encuentro sino dejándote encontrar por las imágenes que nos estremecen y que la mayoría de las veces no sabemos ni siquiera por qué.
No es la primera vez que hago este tipo de trabajo. No es la primera vez que intento desnudarme. Aún recuerdo salir con la Kodak Strech de un sólo uso, sabiendo que lo que primaba no era la calidad sino los sentimientos que lograba atrapar con ella.
Al fin y al cabo la mejor cámara del mundo es la que llevas encima y el mejor sensor, tu corazón.
No sé si todos conocéis Instagram, una aplicación para móviles que te permite fotografiar y compartir, de forma casi inmediata. Es como jugar a ser artista, probar un filtro, y otro, y luego otro, y darte cuenta de que por mucho filtro que pongas es imposible llenar de contenido lo que vacio está.
Es entonces cuando vuelves a recordar dos de las cosas que en mi opinión no puede olvidar un fotógrafo: la primera, que en bolsillo de tu pantalón cabe una cámara, la cámara de tu móvil, y la segunda, que fotografiar no se trata de coger sino de soltar, desprenderte del frívolo peso que vamos acumulando, arruga tras arruga, para quedarnos con la esencia, y descubrir que, pocas cosas, llenan más que muchas, que menos… es más.
©Texto y foto: Javier Linares